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Estrategia educativa en valores, solidaridad, honradez, honestidad y justicia en estudiantes de Comunicación Social (página 2)



Partes: 1, 2

El estudiante se forma con una mirada amplia del saber
estético, la belleza y la cultura
general, con una concepción clara hacia la
proliferación de falsos intelectuales
que puedan convertir el esnobismo y las aberraciones sociales en
expresiones del arte (Landaburo,
2008).

El egresado es capacitado para desempeñarse en
áreas relacionadas con la
comunicación en comunidades, consejos populares,
ministerios,
empresas,
instituciones,
organismos, organizaciones
políticas y de masas; en labores de
comunicación, propaganda,
divulgación y relaciones
públicas. Entre las funciones del
comunicador social está la centrada en la
eliminación o atenuación máxima de los
elementos retardatarios del desarrollo de
los procesos
comunicativos en las comunidades y entidades en general, y en la
potenciación de sus componentes positivos, para lo cual el
plan de
estudio tiene previsto que el estudiante sea capaz de aplicar una
concepción científico técnico,
tecnológico, económico, cultural, política, humanista y
ambientalista en su desarrollo como profesional de la
comunicación dotado de amplia base política e
ideológica, teórico-metodológica y cultural;
que realice tareas dirigidas al perfeccionamiento de los procesos
de comunicación interna y externa, a fin de contribuir al
logro de sus objetivos en
la búsqueda de eficiencia
económica; la adecuada vinculación con la sociedad sobre
bases éticas que aseguren la conservación y
enriquecimiento del patrimonio
social y cultural.

Las asignaturas son abordadas desde la perspectiva de la
realidad económica, social y cultural cubana, así
como la especial interacción del ejercicio de estas en la
realidad latinoamericana y del tercer mundo y con los grandes
centros de poder de los
países desarrollados. Se presta especial atención a las particularidades del
discurso
publicitario como lenguaje de la
comunicación social, ya que si no se
identifican los mensajes publicitarios como tales, muchos de
ellos serían totalmente ineficaces (Peninou, 2007) y las
funciones y significado de la publicidad dentro
del proyecto social
quedaría truncada.

El plan de estudio propicia habilidades para la
concepción, análisis, realización y evaluación
de campañas de propaganda, y el diseño
de estrategias de
comunicación de bien público, así como la
preparación en la gestión
de comunicación y relaciones con los medios, para
lo cual el docente aplica métodos
activos de estos
contenidos, particularmente mediante el estudio de casos y el
diseño y modelación de actuaciones profesionales
como trabajos extracurriculares que puedan ser seguidos en las
actividades de tutorías.

En la disciplina
integradora, en correspondencia con su papel tipificado del
profesional de la comunicación, los trabajos
interdisciplinarios refuerzan la formación de valores
imprescindibles en su actuación: visión global,
capacidad de liderazgo,
flexibilidad, dinamismo y orgullo de su profesión; con dos
vertientes: desde segundo año, mediante la integración de las tareas académicas
e investigativas, que culminan con la defensa de trabajos de
curso en cada semestre; y en el sexto año, mediante la
ejecución del examen estatal o la tesis, como
ejercicio interdisciplinario de culminación de la
carrera.

Valoración
crítica del estado de la ciencia con relación a los
valores humanos

La carrera de Comunicación Social hay que verla
dentro de las Ciencias
Sociales formando el conjunto de disciplinas que estudian el
origen y el desarrollo de la sociedad, de las instituciones y de
las relaciones e ideas que configuran la vida social. Hay que
asociarla a la teoría del
valor o de lo que se considera valioso. La axiología no sólo trata de los valores
positivos, sino también de los valores negativos,
analizando los principios que
permiten considerar que algo es o no valioso, y considerando los
fundamentos de tal juicio. La comunicación social se
establece sobre la base de una categoría de valores sean
positivos o negativos y de esa manera se forman grupos afines a
los valores incorporados.

Mucho antes de que existiera la carrera de
Comunicación Social en Cuba, aparecen
plasmadas evidencias de
valores
humanos que se aprecian en los contenidos de las asignaturas
que forman el plan de estudio. A manera de ejemplo, en
Comunicación y Sociedad Cubana dan un recorrido que los
lleva a comprender la formación de la nacionalidad
donde pueden evaluar como aparecen los primeros chispazos de la
conciencia
moral
autóctona desde 1547 cuando Miguel Velásquez en
carta al
obispo Sarmiento expresa "Triste tierra, como
tierra tiranizada y de señorío"
(Vitier,
2006). Velásquez, maestro de música y gramática, mestizo de india y
español
fue uno de los primeros criollos que escribió sobre la
terrible situación social que imperaba en la época,
por lo que puede considerarse a juicio del autor el primer
comunicador social criollo.

En fecha posterior y en el mismo periodo colonial de la
historia cubana,
se expresan los primeros hechos organizados de formación
de valores en las tabaquerías, a través de la
orientación de lecturas de biografías de
"hombres útiles y buenos, de artesanos honrados sobre
todo"
(Fornet, 2006); lo que pudiera constituir uno de los
primeros procesos de comunicación social en la naciente
industria
cubana.

El estudiante de la carrera se forma como un profesional
de la comunicación durante un periodo de seis años,
siendo el objeto de trabajo los
procesos de comunicación interna y externa en organismos,
empresas e instituciones; en múltiples y diversas
expresiones para el mejor desempeño de estas, y el fortalecimiento de
su identidad e
imagen. La
contradicción fundamental que resuelve este egresado es la
que se establece entre los distintos procesos comunicativos
internos y externos de las entidades y su desarrollo, para
contribuir al fortalecimiento de la identidad, integración
y cohesión interna; adecuada proyección de su
imagen; estímulo, motivación
y aumento de la participación de sus integrantes y
elevación de la productividad y
calidad de su
gestión.

Para hacer un diagnóstico de la problemática sobre
los valores humanos en la carrera, se precisa remontarse a los
orígenes de la comunicación y particularmente de la
publicidad en Cuba. El desarrollo de la publicidad no puede
desligarse del progreso y evolución que los medios masivos de
comunicación tuvieron en el país. Ya en los
años cincuenta la prensa, el
cine y
la radio eran
medios consolidados, y la recién llegada televisión
rápidamente vendría a seducir a anunciantes y
creativos con el poder de la imagen y la posibilidad de entrar en
los hogares de todo el país. La radio y la
televisión respondían a un intercambio de
intereses materiales
donde primaba la publicidad y en ocasiones resultaban denigrantes
sobre todo en la televisión donde convertían a
mujeres en reinas con derecho a pedir lo que se les antojara y al
otro día estaban sin trabajo (Garcés,
2006).

No obstante ello hubo avances rápidos en Cuba y
la necesidad de una mayor calificación para responder a la
complejidad creciente de la práctica laboral,
conllevaría a los profesionales que ejercían en
este campo a promover la colegiatura obligatoria de esta
disciplina. Fue así como se estableció la escuela
Profesional de Publicidad, que inició sus cursos el 24 de
febrero de 1954; para ello contaba con el respaldo
jurídico del artículo 82 de la Constitución de la
República, que desde 1946 promulgó la
colegiatura obligatoria para el ejercicio de profesiones que
requirieran título o certificado de aptitud no expedidos
por la Universidad de La
Habana. El 27 de enero de 1955 se emite el decreto Ley 2065,
mediante el cual se oficializaba la escuela profesional de
publicidad como centro docente que concedería el
título de Profesional Publicitario, único
reconocido por el sistema nacional
de educación
para ejercer tal profesión. Coexistían academias
privadas que principalmente preparaban para el ejercicio
práctico de la publicidad y que ofrecían
titulaciones que servían de aval para el desempeño
laboral en esta esfera. En 1955 se crea la Asociación
Nacional de Publicitarios y Propagandistas

En el campo de las Relaciones Públicas se
alcanzó un desarrollo profesional en el país, como
parte de la gestión administrativas en numerosas empresas,
lo que dio lugar a la creación de la Asociación
Cubana de Ejecutivos de Relaciones Públicas ( ACERP),
constituida por decreto de fecha 11 de octubre de 1956 y asentada
en el Registro de
Asociaciones. Su objetivo
principal fue promover el desarrollo de la ciencia y
el arte de las relaciones públicas en Cuba. Esta
asociación mantuvo relación estrecha con
asociaciones internacionales afines y realizó acciones en el
campo de la preparación profesional, base de acuerdos con
el Colegio Nacional de Profesionales Publicitarios que
habían incluido la especialidad de Relaciones
Públicas en el programa de
estudios de la Escuela de Publicidad. Estos acuerdos se
concretaron en la elaboración de programas para la
especialidad y la preparación de profesores en esta rama.
Los profesionales agrupados en la ACERP alcanzaron un amplio
conocimiento
teórico y práctico para la época que se
reflejó en la preparación del libro Las
Relaciones Públicas en Cuba
, publicado al finalizar
los años cincuenta. Los valores
morales estaban distantes de los intereses del pueblo en la
comunicación social de la época.

En 1959, se comenzó a edificar un proyecto
fundamentado en valores de justicia y
equidad social
que rápidamente entró en antagonismo con las formas
de propiedad
capitalista existentes y, en el plano ideológico, con la
manera de entender el consumo y los
distintos modos de propiciarlo y con las formas de enseñanza concebidas hasta esa fecha.
Así, los medios masivos fueron contemplados dentro del
proceso de
nacionalizaciones que abarcaba a todos los sectores de la
economía del país, con lo cual
pasarían al control del
Estado, con un
rediseño paulatino de sus formas y contenidos;
consecuentemente, la escuela Profesional de Publicidad
dejaría de existir en 1960. Desde entonces y hasta fines
de los años 80, existieron diferentes organismos y
entidades que, aunque no funcionaron como centros docentes
directamente vinculados a la publicidad, permitieron que un
grupo
importante de creativos publicitarios, diseñadores
gráficos y fotógrafos
actualizaran conocimientos para mantenerse ejerciendo
fundamentalmente en tareas de propaganda, y que otros más
jóvenes se sumaran para aprender sobre la praxis de su
desempeño laboral.

La apertura del curso de Periodismo
Gráfico en 1987 en la modalidad de curso vespertino
nocturno, con el fin de otorgarle nivel superior a foto
reporteros y diseñadores gráficos con experiencia
en los medios, constituyó un precedente de la
formación en el campo de la publicidad.

A finales de los ochenta se inició en todo el
país el proceso de rectificación enfocado a la
búsqueda de mayor productividad y eficiencia,
aplicación de nuevas fórmulas de dirección, más flexibles y
dinámicas y priorización de la atención al
hombre, como
elemento clave en los procesos productivos. Proceso que
debió desarrollarse en las adversas condiciones de los
años noventa, momento en el que todas las esferas del
país se vieron sacudidas por las consecuencias de la
caída del bloque socialista y el recrudecimiento del
bloqueo norteamericano.

Todo el sistema
educativo pasó a ser regido por el Estado a
través de las diferentes instancias del Ministerio de
Educación, dándosele prioridad a la formación
de maestros y profesores; en este sentido planteaba Fidel
1981 "El corazón
del trabajo educativo es la labor de los profesores
",
reflexión que apuntó a conceder un lugar cimero al
individuo como
guía, como orientador del proceso de formación y
desarrollo de los niños,
adolescentes y
jóvenes en correspondencia con las necesidades
individuales y sociales que imperan en el mundo
contemporáneo.

De esta manera los recursos
humanos que integraron el profesorado de las primeras
escuelas fueron resultado de esta formación que se ha
venido consolidando con el tiempo en los
últimos años, a partir del desarrollo
fundamentalmente de los medios de
comunicación. El desarrollo de los medios masivos de
comunicación ha ampliado significativamente las
posibilidades de manejo de información que antes brindaban otras
formas tradicionales de comunicación; se han ido
diversificando los usos y funciones de los soportes y productos en
la medida en que los avances científico-técnicos
ofrecen nuevas oportunidades de expresión, con
repercusión en los valores humanos.

En el plano teórico se ha verificado un
desplazamiento en los modelos que
intentan explicar la naturaleza de
los procesos comunicativos; de la concepción primera que
atribuía a los medios un rol soberano en relación
con una masa de pasivos receptores de los mensajes, se ha pasado
a considerar al consumo de los medios como una práctica
contextualizada y a los sujetos como receptores críticos,
poseedores de competencias
interpretativas determinadas por un conjunto de condiciones
sociales, estrechamente vinculadas con su contexto
socioeconómico y cultural, que también influyen en
las maneras en que individual y colectivamente se construye la
realidad. En el contexto actual se imponen nuevos desafíos
a la hora de utilizar eficazmente los soportes
tecnológicos para articular discursos que
sean capaces de reflejar valores propios y que convivan con
más protagonismo con los valores estandarizados que
imponen las culturas dominantes. La comunicación es parte
constitutiva de los procesos sociales y no sólo en su
dimensión meramente instrumental; los problemas
cotidianos se satisfacen actualmente de una manera más
eficaz en virtud de que se conciba a la comunicación como
parte importante de los procesos mismos.

Las organizaciones constituyen agrupaciones de personas
unidas por un interés
común, cuyos fines han de estar definidos con
precisión y compartidos de manera colectiva; la propia
necesidad de desarrollarse y perdurar es un imperativo para que
se perfeccionen continuamente. El foco de atención de las
ciencias
sociales se ha dirigido al estudio de las organizaciones;
adquiriendo particular importancia todo lo referente a la
comunicación, tanto en su dimensión interna como
externa, considerados ambos elementos difícilmente
separables de un mismo fenómeno. Se han desarrollado
diversos campos de estudio, algunos con cierta autonomía,
como la Sociología de las Organizaciones,
Sociología de la Comunicación, y también una
disciplina especializada de más reciente creación
denominada Comunicación en las Organizaciones. Su origen
se vincula con la tendencia contemporánea a integrar
áreas de comunicación que funcionaban de manera
independiente como los grandes campos de la comunicación
interna y la externa (Treyes, 2004). En la Comunicación Organizacional se integran
además herramientas
relacionadas con la Publicidad, la Propaganda, las Relaciones
Públicas y Comunicación Corporativa.

En las actuales circunstancias que vive Cuba,
corresponde a la comunicación influir en el desarrollo
económico, social y cultural del país, tomar
parte del proceso de perfeccionamiento empresarial y la masividad
de la cultura, como elemento clave en la cohesión, la
movilización, la participación de los
públicos inmersos en dichos procesos.

El graduado de comunicación debe trabajar por un
enfoque más eficiente de la dimensión comunicativa
en los complejos procesos de transformación de la
realidad; en el fortalecimiento de la identidad
nacional y el aumento de la participación de las
personas en la toma de
decisiones y ejecución de acciones en la vida
cotidiana; la adecuada vinculación con la sociedad sobre
bases éticas que aseguren la conservación y
enriquecimiento del patrimonio social y cultural; la educación y
orientación comunitaria y ambientalista de la población, para el fortalecimiento de la
identidad y los valores.

Desde esta generalidad, se llega a la particularidad del
aula donde cada profesor
dispone la caracterización de sus estudiantes, del grupo
de estudiantes; la situación social en que viven, su medio
familiar y normas de
conducta, para
organizar el proceso formativo. Para cumplir el objetivo
formativo el profesor utiliza un método
general, pero la forma en que lo hace un alumno es distinta a la
forma en que lo hace otro; cada alumno manifiesta su propia
personalidad,
y sus estilos de aprendizaje, sus
gustos, vivencias e intereses y por tanto, modifica el
método general que influye sobre el plan de
estudio.

Educación
en valores como fundamento del trabajo educativo en la
carrera

En la actualidad, no se concibe un proceso educativo
centrado únicamente en la adquisición de
conocimientos; es creciente el interés en todos los
niveles de enseñanza por contribuir a la formación
de ciudadanos con valores, que les permitan, no solamente
convivir en el mundo actual, sino comprometerse con su
transformación, a partir de su crecimiento como seres
humanos. La forma de existencia de los valores espirituales
(Fabelo, 1989), debe considerarse en tres planos: valores
objetivos, subjetivos e institucionalizados; por lo que
están situados fuera del tiempo y del espacio, sin
depender de apreciaciones subjetivas, aunque son dimensiones
ideales, significaciones construidas y necesarias de relaciones
humanas y del sentido de la vida de las personas. El
término valor humano
está relacionado con la propia existencia de la persona; se trata
de algo elegido libremente entre diversas alternativas; depende,
en buena medida, de lo interiorizado a lo largo del proceso de
socialización y, por consiguiente de ideas
y actitudes que
se reproducen a partir de las diversas instancias socializadoras
como son entre otros, la familia, la
escuela, la comunidad y los
medios de difusión masiva.

La crisis de
valores en que está sumida la humanidad, no constituye un
proceso de regresión irreversible, dada la prioridad que
se le da a los valores espirituales. Las universidades juegan un
rol protagónico en esta ofensiva educativa, accionando en
todas las carreras; siendo los comunicadores sociales un grupo de
influencia en la actuación ciudadana y en revertir la
posición actual en que se sitúan los
valores.

En la universalización de la educación
superior, la educación humana tiene connotaciones
especiales para los educadores; debido, entre otras razones, a
que el problema de los valores espirituales ha alcanzado en la
contemporaneidad, dimensiones quizás nunca vistas antes
(Ojalvo, 2003); siendo una problemática a investigar en
todas las ramas del conocimiento dada la crisis universal de los
valores. Entre los principales indicadores
que identifican la crisis de valores a nivel planetario se
encuentran (Bombino, 2006): Crisis de sentido, de expectativas y
de proyectos de
vida; crecimiento vertiginoso del marginalismo conductual;
incongruencia entre el discurso verbal y el comportamiento
moral efectivo; crecimiento del escepticismo, la apatía,
la desesperanza, del afán de lucro; crecimiento de la
simulación de la doble moral, del
formalismo, de la hipocresía y del engaño; falta de
comunicación familiar, de modelos, de ejemplos; las
exclusiones, la iniquidad, la injusticia; la destrucción
de los valores autóctonos de cada cultura; la
globalización de los gustos estéticos;
sugerencias desmovilizadoras que surgen en el ámbito
ético y axiológico; tensiones en la convivencia
entre grupos y personas con incremento de la violencia y
acoso sexual
entre otros que afectan los valores morales.

En Cuba, la indisciplina social constituye un indicador
de la crisis de valores que influye sobre todos los segmentos de
la sociedad y en la vida laboral de las personas; incidiendo en
la calidad de la enseñanza en las diferentes escuelas del
sistema nacional de educación y en las universidades.
Afín al concepto de
indisciplina se cubren otros aspectos del comportamiento
ciudadano que deteriora la familia y
sectores de la sociedad lo que conlleva a una investigación de los valores humanos como
programa de prevención importante para preservar los
logros sociales.

Cada formación
política y social encarga a su sistema de
educación los principios, valores y objetivos más
generales que pretende trasmitir y consolidar en las nuevas
generaciones a través de la política educacional.
En Cuba esta intención está avalada por un enfoque
humanista, sustentado en la teoría del
conocimiento materialista dialéctico, enfocado no con
carácter elitista, sino a grandes masas de
trabajadores y campesinos; siendo la tarea suprema de la
educación la apropiación de los valores, de las
costumbres por medio de la aprehensión de la cultura
nacional y universal.

La educación históricamente se ha
encargado de formar a las personas para su convivencia con los
demás y para que constituyan pilares importantes en el
mantenimiento
y preservación de lo que es considerado como bueno y
valioso; los investigadores, profesores y la sociedad se plantean
la necesidad de que la escuela sea no sólo un lugar para
transmitir y enseñar, sino también un lugar donde
se aprenda a convivir, a respetar a los demás, donde las
normas, actitudes y valores morales constituyan objetivos
básicos en el proceso educativo de las más
jóvenes generaciones y como parte de la propia existencia
de los valores. La formación en valores es igualmente un
problema pedagógico pero no se puede categorizar como el
papel único de la escuela o el maestro, sino que es un
proceso complejo que integra todo y que contribuye a que una
persona, una institución o una sociedad establezcan sus
rumbos, metas y fines.

La educación de los valores en el seno de las
instituciones escolares tiene una trascendental importancia y ha
sido objeto de atención de maestros y pensadores de todos
los tiempos. En la actualidad, no se concibe un proceso educativo
centrado únicamente en la adquisición de
conocimientos; es creciente el interés en todos los
niveles de enseñanza por contribuir a la formación
de ciudadanos con valores, que les permitan, no solamente
convivir en el mundo actual, sino comprometerse con su
transformación, a partir de su crecimiento como seres
humanos (Ojalvo, 2003)

Para las Ciencias Pedagógicas, la
formación en valores representa un problema de la
educación de la
personalidad. Para que el valor se incorpore a la
subjetividad individual y se exprese eficazmente en las
regulaciones del comportamiento del sujeto, es imprescindible que
dichos contenidos signifiquen algo para el educando, despierten
emociones y el
placer de vivir, hacer patente tales valores inmersos en la
cultura. En tal sentido (Vitier, 2006) enfatizaba la
aspiración de formar la personalidad del joven cubano,
sobre la base de una amplia cultura general laboral y de los
sentimientos.

Para contribuir a la formación de valores el
educador debe atender los componentes cognitivos – instrumental y
motivacional- afectivo, así como a las expresiones morales
acumuladas en las relaciones y la conducta de la vida cotidiana.
Se trata, según (Oramas 2004) de la formación de
acciones valorativas dirigidas a enjuiciar el valor de lo que se
estudia, la utilidad, el
significado, el sentido para sí, el para qué,
así como de lo que se hace en la actividad docente en cada
asignatura

El docente universitario debe ser un modelo
educativo para sus estudiantes; reflejando en cada
actuación profesional y en sus relaciones con los
estudiantes valores como la responsabilidad, patriotismo, honradez, honestidad,
solidaridad y
justicia, entre otros, propiciando su formación como
motivo y desempeño en los estudiantes.

En la medida que el estudiante deja de ser un objeto de
aprendizaje que repite mecánicamente la información
que recibe y se convierte en un sujeto que procesa
información y construye conocimientos, erige
también sus valores; esto lo hace, a partir de sus
intereses y conocimientos previos, sobre la base de un proceso
profundo de reflexión, en el que toma partido y elabora
puntos de vista y criterios, desde una posición
valorativa.

Por otra parte el desarrollo del estudiante como sujeto
de aprendizaje y de la educación de sus valores, es
posible en la medida que el docente diseñe situaciones que
propicien en el alumno una posición activa, reflexiva,
flexible y perseverante en su actuación. Por ello es
importante el carácter orientador del docente en la
educación de los valores dentro de un enfoque
sistémico.

Tratamiento
Pedagógico de los Valores Morales

Los valores morales se basan en concepciones
éticas y espirituales colectivas interiorizadas
individualmente, las cuales, a su vez, orientan el comportamiento
de cada individuo dentro de su colectivo; de manera esencial, es
necesario abordar la formación de convicciones en los
estudiantes, a partir de la determinación del sistema de
valores que propician su pleno desempeño como profesional
en nuestra sociedad.

La formación integral del estudiante es el
objetivo central del proceso docente-educativo que se desarrolla
en la educación superior; constituye un campo muy
favorable no solo para la formación del individuo sino
además para el desarrollo del proceso investigativo, y es
que el profesor trasmisor pasivo, ha sido sustituido en su rol
por un nuevo maestro, el maestro investigador al transitar desde
una didáctica lineal y tradicional hacia una
didáctica interactiva y participativa. La
educación es un ámbito difícil de
investigación partiendo de su carácter complejo y
multifactorial y esto se acentúa particularmente en la
formación de valores; lo cual supone que la
formación es ineficaz si solo atiende a garantizar
apropiarse de determinados conocimientos y
habilidades.

En otras palabras, los valores también forman
parte del contenido de la enseñanza, y por lo tanto este
proceso debe ser objeto de dirección por todos los que
participan de esta actividad; la formación de valores,
requiere de un enfoque sistémico para llevarla a
vías de hecho y su tratamiento supone comprender su propia
dinámica, ya que los procedimientos
por medio de los cuales se logra el dominio de
determinados conocimientos y habilidades son diferentes a las que
es necesario instrumentar para incorporar a la personalidad del
estudiante un determinado sistema de valores.

En las últimas décadas, se ha observado
como preocupación y objetivo de los educadores la planificación de estrategias
metodológicas objetivando la adquisición de valores
en consonancia con una sociedad más justa y humana, a
través del desarrollo de actitudes, con
sustentación en un sistema de valores con esas
características. Cualquier método deberá
tener en cuenta las particularidades de la formación y la
expresión de la personalidad de los educandos de forma
personológica y grupal a partir de la
contextualización de la etapa evolutiva en que se
encuentra. Se considera como máximos aportadores en la
formación de valores a los que propician la
participación activa y reflexiva de los sujetos dentro del
marco grupal, con un carácter no directivo por parte del
profesor; estimulando la expresión plena de la
personalidad y la auto educación y
autodeterminación personal.

Es en ese contexto que surgen diferentes programas de
educación en valores humanos, los cuales se vuelven de
fundamental importancia como estrategia
educativa para la modificación del cuadro social y
educacional existente en la sociedad, marcado por un mundo
globalizado.

En los momentos actuales la problemática
educativa adquiere una connotación especial, ya que los
cambios vertiginosos a nivel social ejercen una influencia
directa en el modelo del hombre que se aspira a formar. Es
necesario conjugar el sistema de actividades que se organizan en
la escuela con la diversidad de propósito que encierra la
formación multilateral de la personalidad; esto significa
que el trabajo
educativo para que sea eficiente debe partir de un
diagnóstico previo en el que se conozca cuáles son
las fortalezas y debilidades que se deben considerar en la
educación del individuo.

El contenido del trabajo educativo está
determinado por los objetivos y tareas planteadas por la escuela;
objetivos y tareas que a su vez definen los métodos,
medios y formas organizativas del trabajo educativo. La
determinación de los objetivos parte de los establecidos
por la política estatal y sus posibilidades de
concreción en la escuela, sirven de guía para el
modelo de aspiración por el que se trabaja.

Los métodos de trabajo educativo son el sistema
de acciones conjuntas de profesores – alumnos en el que los
educadores influyen sobre el colectivo estudiantil con objetivos
previamente concebidos en los que estos tienen una
participación muy activa, caracterizados por la
coherencia, armonía e integración; constituyen las
vías para organizar pedagógicamente la vida en la
escuela.

El trabajo educativo en la escuela debe estar
fundamentado en un sistema de principios pedagógicos en
los que se destacan el de unificación de las influencias y
las exigencias educativas. El estudiante debe actuar por
orientaciones que no traigan aparejado contradicciones; sino en
los que perciba la continuidad de la labor educativa en el
colectivo pedagógico que contribuyen a su
formación.

La atención a las diferencias individuales y el
respeto a la
personalidad es un principio pedagógico que permite
contemplar el trabajo con la diversidad que existe en las aulas;
de manera que no se desaprovechen las potencialidades de los
más aventajados en su influencia en la educación de
sus compañeros.

Esto contribuye a un clima
pedagógico favorable donde prime como divisa fundamental
la solidaridad y el compañerismo como valores que
favorecen el logro de propósitos colectivos.

Valoración
crítica sobre la estrategia educativa para el trabajo de
los valores morales

En la carrera de comunicación social como en
otras carreras, los proyectos educativos adquieren un matiz
peculiar por las propias características del profesional
que deben formar. Aunque se ha avanzado en el diseño de
proyectos, con la delimitación de las habilidades
profesionales, todavía subsisten dificultades en cuanto a
la determinación de los valores que deben caracterizar a
cada profesional, lo cual resulta lógico porque las
habilidades han sido más investigadas que los valores y de
hecho existe una teoría
didáctica del desarrollo de las habilidades profesionales
en la educación superior, pero no así de los
valores (Ortiz, 2005).

La estrategia educativa que se propone para fortalecer
los valores humanos solidaridad, honradez, honestidad y justicia
en estudiantes de Comunicación Social, se justifica, entre
otras razones ya expuestas, porque los valores y las actitudes
han estado de hecho al margen del diseño curricular de
aula, donde los contenidos han actuado y siguen actuando como
fines (actividades para aprender contenidos) y de paso se
utilizan algunos contenidos para el desarrollo de algunos
valores. Esta situación se agrava aún más
con el conductismo y
sus diseños ya que éste se centra en lo observable,
medible y cuantificable y los valores y actitudes no lo son
(Román, 2006).

Estudios en la provincia de Camagüey muestran que
existen deficiencias en el sentido de que no todos los profesores
aprovechan las posibilidades de capacitación a través de los cursos
que se ofrecen, así como también en la
concreción del trabajo educativo con sus estudiantes, ya
que no todos llevan a cabo las estrategias con la calidad que se
requiere; muchas veces se elaboran sin tener en cuenta el
diagnóstico inicial realizado a los estudiantes cuando
ingresan a la institución y las particularidades
individuales de los mismos, o algunas de esas estrategias se
hacen de manera formal para decir que se cumplió con el
trabajo educativo (Bartutis, 2007).

Por otro lado, se ha comprobado que la
utilización de métodos participativos en el proceso
de enseñanza-aprendizaje de la carrera de
Comunicación Social en Grandes Alamedas, propicia la
formación y desarrollo de la flexibilidad, la
posición activa, la reflexión personalizada, la
perseverancia y la perspectiva mediata en la expresión de
los valores y en la regulación de la actuación del
estudiante (Rodríguez, 2009), lo que favorece incorporar
un grupo mayor de valores humanos a través de una
estrategia diseñada para la carrera.

La formación en valores es un complejo problema
en el que confluyen las acciones educativas de diversas
instituciones y organizaciones sociales: la familia, la escuela,
las organizaciones políticas y de masas, así como
las diferentes asociaciones que conforman la sociedad;
contribuyendo por tanto, a la solución de esta
problemática, las instituciones armadas, culturales,
económicas, deportivas, religiosas, las agrupaciones
informales, los medios de difusión masiva y en general el
sistema de relaciones materiales y espirituales de la
sociedad.

La formación en valores desde la escuela requiere
el máximo aprovechamiento de las relaciones entre
educadores, educandos, directivos, organizaciones e instituciones
del centro y de la comunidad
donde se encuentra enclavada la escuela; aspecto éste
ultimo, a considerar en la nueva concepción de la
educación superior cubana.

Este proceso plantea la necesidad de trabajar hacia un
conjunto de valores en que se obtiene por la
jerarquización que se hace de aquellos que más
directamente responden al momento y al lugar en que se desarrolle
el individuo; agrupando los que mejor integran el contenido de la
enseñanza y surcando los ejemplos mas próximos al
estudiante.

En ningún caso se debe trabajar hacia los valores
aislados, pues ello sería una limitación del
contenido de cualquier valor que se tome. Los valores se
complementan mutuamente y la consolidación de un valor
presupone su interacción con otros; es necesario
comprender que ningún sistema de valores es absoluto, sino
que sus elementos se mueven tal como se mueve la propia realidad
que la conforma. La significación del valor está en
dependencia del desarrollo individual alcanzado en cada etapa de
la vida; donde los diferentes niveles de enseñanza
refuerzan los valores según la calidad de la
enseñanza en esa etapa. Es así como la
educación cumple el encargo social de consolidar en el
individuo un sistema de valores que lo orienta en la vida. Se
trata de un proceso encaminado a enseñar a vivir al hombre
en determinadas condiciones.

Los valores políticos, jurídicos, morales,
estéticos, religiosos, filosóficos y
científicos son una parte importante de la vida
ideológica de la sociedad y del mundo interno de los
individuos; constituyendo una producción de la conciencia social e
individual que a su conjunto se llama sistemas
objetivos de valores, el cual se caracteriza por ser
dinámico, estructurados de manera jerárquica,
cambiantes y dependiente de la condición histórica
concreta.

El sistema de valores puede ser el resultado de la
generalización de una de las escalas subjetivas existentes
en la sociedad o de la combinación de varias de ellas y
por tanto pueden también tener un mayor o menor grado de
correspondencia en el sistema objetivo de valores.

Los valores solidaridad honradez, honestidad y justicia
tienen un carácter objetivo como el resto de los valores
morales, siendo el resultado de la producción espiritual de los hombres. Esta
afirmación, supuestamente expresa una
contradicción; sin embargo, son el resultado de la
interacción sujeto-objeto a través de la actividad
práctica que ha tenido un extraordinario grado de
socialización, trasmitido de generación a
generación, por lo que su existencia no depende de la
voluntad del ser humano.

Para contribuir a la formación de estos valores
el educador debe atender los componentes cognitivos –
instrumental y motivacional- afectivo, así como a las
expresiones morales acumuladas en las relaciones y la conducta de
la vida cotidiana. De esta manera al definir los valores
solidaridad, honradez, honestidad y justicia, estamos
apropiándonos de un contenido histórico cultural y
una dimensión ética que
conduce a los modos de actuación que deben ser inducidos
en el discente en condiciones de la universalización de la
educación superior. Relativo a ellos se fundamentan las
actividades para la estrategia educativa en los valores
conceptualizados dentro del capitulo.

Acciones

Para cumplir los objetivos estrategicos fueron
seminariados los profesores que participaron como responsables en
cada una de las actividades utiliizando la bibliografia sobre valores que
aparece en este trabajo y extrayendo los conceptos de cada uno de
los valores y desde la ética que se expresan. Se
plantearon las acciones y los objetivos estratégicos
basado en talleres y seminarios utilizando la bibliografía referente a
los 5 héroes sobre terrorismo
contra Cuba (The case of the cuban five, 2005)

Se hizo una selección
de temas relacionados con los 5 cubanos del libro (La mala
conducta, 2008) y se estudió en taller: la historia de los
cinco cubanos, la historia de una familia excepcional y el juicio
de los cinco (El dulce abismo, 2004)

Como foro referente
se utilizó el material que se encuentra en la Red de Universidades en
Solidaridad con los CINCO
http://5heroes.cujae.edu.cu

Conclusiones

La estrategia educativa en valores solidaridad,
honradez, honestidad y justicia cumple con los objetivos del
programa director para el reforzamiento de valores, teniendo en
cuenta que la sociedad cubana tiene el privilegio de contar con
un pueblo unido, cada vez más culto y una estructura
social que constituye una fortaleza, para todo el trabajo que
es necesario efectuar con las nuevas generaciones.

Como estrategia educativa en comunicación social
tiene en cuenta la formación del estudiante en la
identificación de públicos meta que pueden tener
carácter interno (trabajadores y directivos de la propia
organización), externo (clientes e
instituciones externas a la entidad), y mixto (aquellos que
estando fuera de la
organización, mantienen vínculos con ella y su
comportamiento influyen directamente sobre la misma).

Los objetivos guardan relación con las funciones
informativa, educativa, movilizativa o persuasiva del proceso de
influencias, teniendo en cuenta la batalla de ideas que en estos
momentos toca las fibras del pueblo. Al referirlas a los efectos
a alcanzar en el receptor, se expresan en términos de
conocimientos, sentimientos, convicciones, actitudes y
habilidades en el uso de foros debates de gran contenido humano;
interactuando incluso con los familiares de los héroes y
con los propios cubanos encarcelados en los Estados unidos
desde hace mas de 10 años por combatir el terrorismo y
defender valores universales.

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Autor:

Dr. Olimpio Rodríguez Santos

Dra. Nivia Álvarez
Águila

Dr. Evelio F. Machado Ramírez

Centro de Estudios de Ciencias de la
Educación

"Enrique José Varona"

Universidad de Camagüey,
Cuba

Año 2009

Partes: 1, 2
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